Salud mental y sexualidad
- FUNSAME COLOMBIA
- 1 mar 2021
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Entremos en un tema que sigue siendo fuente de discusiones y lo seguirá siendo durante un tiempo indefinido: la sexualidad. Un tema que ha tomado relevancia en las investigaciones como una dimensión fundamental del ser humano. Desde la psicología se establece la importancia que tiene la sexualidad para el desarrollo de una salud mental adecuada que influye en una salud integral. Por eso, partamos desde el concepto de la salud eje clave en la satisfacción de vida del individuo.
Para nadie es un secreto que la salud mental ha sido, es y continuará siendo un tema de preocupación a nivel mundial, es por ello que cada vez más se intentan realizar programas de prevención e intervención que ayuden al mejoramiento del bienestar. Según la OMS «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Por otro lado, el concepto de salud mental si bien es complicado definirlo desde un enfoque intercultural, hay un consenso general de que la «salud mental» es algo más que «ausencia de enfermedad mental» (OMS, 2001). Así, según Palha (2013) la salud mental también presenta algunas características esenciales como el bienestar, la autoconfianza, la autonomía, la competencia, la conexión entre generaciones sucesivas y el mejoramiento del potencial emocional e intelectual del individuo.
Ahora bien, dentro de los aspectos mencionados anteriormente estos se ven afectados por muchos factores entre individuo y contexto, uno de los que se ha venido estudiando recientemente es el tema de la sexualidad. En siglos pasados el concepto de sexualidad estuvo relacionado netamente a la procreación, siendo alejado de temas como las relaciones interpersonales, el amor, cariño, erotismo, entre otros y, por otro lado, las relaciones entre los géneros eran concebidas desde una lógica binaria y jerarquizada, lo que mantenía desigualdades y una alta discriminación entre hombres y mujeres (Tenorio, 2012). Aunque por los distintos movimientos y luchas constantes, lentamente las ideas sobre sexualidad han ido cambiando en miras a una búsqueda en relaciones más igualitarias y de aceptación.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sexualidad es una parte central del ser humano que se ve afectada a lo largo de la vida, «abarcando al sexo, las identidades y roles de género, erotismo, placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales» (OMS, 2006). Se observa entonces que la sexualidad va más allá de características reproductoras o fenotípicas de una persona. Por ello, va a estar influenciada por factores tanto internos, como lo son biológicos y psicológicos, como los externos relacionados a factores sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales (OMS, 2006).
La problemática principal que radica en torno a la sexualidad es que en muchas ocasiones la cultura suele ser un campo represivo de muchas conductas o pensamientos sexuales que inhabilitan la expresión de una manera sana. Lagua, Altamirano & Sánchez, (2019) exponen que la educación sexual debe estar abierta y debe discutirse con claridad, tanto sus aspectos positivos como posibles consecuencias, dejando de lado su postura represiva que solo produce la inhibición del comportamiento sexual espontáneo, lo que genera daño en el desarrollo de una vida sexual plena teniendo repercusiones en otras áreas como la personal y social. Esto quiere decir que el no expresar la sexualidad de manera libre puede atentar con la salud integral de la persona, ya que no vivencia su salud sexual de una manera pertinente a su sentir.
La salud sexual, para una mayor claridad, es definida por Asociación Mundial de Psiquiatría en la Sección de Sexualidad Humana como un «estado dinámico y armonioso envolviendo experiencias eróticas y reproductivas en el ámbito de un bienestar físico y espiritual, sobre una base culturalmente informada, ética, libre y responsablemente escogida; no solamente ausencia de disfunción sexual» (AMP, 2006).
Sin embargo, también se debe aclarar que en muchas ocasiones debido al factor cultural hay una presión instalada en cómo se debe vivir la sexualidad y las personas que se salgan de ese molde son catalogadas como raras y no dignas de un buen trato. A diferencia de otras especies, la sexualidad en los humanos no viene solo por instinto, sino que es mediada por su entorno social y relacional; por ello, uno de los objetivos fundamentales del crecimiento social es el de aprender a expresar correctamente la sexualidad sin imposición que puedan representar las prohibiciones absurdas llevadas entre generaciones, o la ansiedad y culpas excesivas debido a la heteronormatividad (Romero, 2015).
Un ejemplo de ello se expone en Frankowski (2004) en donde los jóvenes que tienen una orientación sexual distinta a la heterosexual suelen ser víctimas de acoso y violencia física y verbal siendo un 45% de los hombres gay y un 20% de las lesbianas. Lo que acarrea malestar psicológico y a la realización de conductas de riesgo a su potencial personal psicológico o a su condición física (Frankowski, 2004; Levine, 2013). Por otro lado, a nivel social y de género también la sexualidad puede afectar las brechas en distintas áreas lo que repercute a su vez en la salud del individuo. En el estudio de Becerra, Gallardo & Becerra (2018) sobre el índice de brecha de género en Colombia a nivel departamental 2008-2014 se registró que las mujeres aún siguen siendo afectadas en las áreas políticas, económicas y educativas por el simple hecho de ser mujeres, asimismo los casos de violencia fueron mucho mayores a diferencia de los hombres.
Lopes (2019) menciona que desde distintas instituciones se sigue fundamentando la sexualidad desde una noción singular, sin embargo, la educación debe admitir que existen muchas formas de vivir los géneros y asimismo la sexualidad, la cual no debe adoptarse a partir de un único supuesto de modelo adecuado, legítimo, normal de masculinidad y de feminidad y una única forma sana y normal de sexualidad, sino a un modelo multifacético en donde se tenga en cuenta la diversidad y la enseñanza correcta en temas de derechos sexuales y reproductivos.
El tema de la sexualidad es amplio y en algunos casos complejo, ya que realizar cambios reivindicando ideologías que se han mantenido durante un largo tiempo requiere de reflexión estructural de lo que uno pensaba que era correcto, sin embargo, la constancia alrededor de esta temática ayudará a impulsar el conocimiento, el derecho y la libertad de elegir cómo realmente se quiere vivenciar su salud sexual que al final repercute en toda su salud integral. Sabemos que hay mucha tela que cortar sobre la sexualidad, ejemplo de ello el de las relaciones amorosas o el enamoramiento y el amor u otras temáticas que giran en la identidad sexual y de género. Poco a poco se irán trabajando estos temas, llevando claridad argumentativa para un buen desarrollo del bienestar personal y social.
Jorge Suárez
Voluntario
Referencias
Asociación Mundial de Psiquiatría (2006) «Psychiatry and Sexual Health».
Becerra-Gualdrón, C. J., Gallardo-Sánchez, C. F., & Becerra-Gualdrón, S. B. (2018). Índice de brecha de género en Colombia a nivel departamental 2008-2014. Revista Logos, Ciencia y Tecnología, 10(3).
Frankowski, B. L. (2004). Sexual orientation and adolescents. Pediatrics, 113(6), 1827-1832.
Lagua, C. A. G., Altamirano, S. J. A., & Sánchez, Á. J. (2019). Relación entre sexualidad y sexting en jóvenes del centro de la Sierra ecuatoriana. Revista Ibérica de Sistemas e Tecnologias de Informação, (E20), 242-252.
Levine D.A. (2013) Committee on Adolescence Office-based care for lesbian, gay, bisexual, transgender, and questioning youth Pediatrics, 132 (1) , pp. 297-313
Lopes Louro, G. (2019). Currículo, género y sexualidad. Lo" normal", lo" diferente" y lo" excéntrico". Descentrada, 3.
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